Quizá vino caminando desde Veracruz, Morelos o Puebla, lugares de donde vienen miles de personas en caravana.
Quizá siempre vivió en la zona, sobreviviendo de la comida que los locatarios de los mercados le dan y durmiendo en los huecos de las jardineras que rodean las iglesias.
Lo que es seguro es que ‘Canelo’ ha caminado mucho, tiene señales de cansancio, hambre y es uno de los perros que se va quedando atrás en las peregrinaciones.
Angélica Solís, miembro del Comité de Protectores de Animales A.C., una red de asociaciones civiles que recoge, protege y da en adopción a perros rescatados, aseguró que en promedio, cada 12 de diciembre rescatan alrededor de 40 perros abandonados por los peregrinos.
Junto con dos voluntarios y un veterinario, Angélica espera a que caiga la noche y las personas poco a poco se vayan retirando para que la falta de la multitud deje al descubierto a los canes.
Cuando localiza a uno, verifica que no tenga collar o una placa, después le habla como si fuera un niño chiquito para tratar de ganarse su confianza.
Buscan lugares seguros
Ayer, durante las dos primeras horas del recorrido, los voluntarios recogieron siete perros, todos los siguieron sin mayor complicación, cinco de ellos eran hembras, todos con signos de agotamiento.
Uno de los casos más graves fue el de una perrita pitbull con sarna y desnutrición.
Al meterlos al coche que tienen para el servicio de traslado, los perros tardaron más en entrar que en quedarse dormidos.
Desde hace 10 años, recorren La Villa en busca de animales abandonados, sin embargo, cada vez es más difícil colocarlos en hogares seguros.
De cada 10 perritos, sólo 3 podrán ser adoptados en menos de un año, el resto irá a parar a los refugios y a la red de 10 estancias temporales con las que cuenta el comité.
Durante la madrugada del 13 de diciembre, los rescatistas de CIPA esperan poder recoger al menos unos 20 perros más.