¿Conductas contagiosas?

Ciudad de México a 05 de Noviembre del 2018 (redacción).- La ciencia social ha demostrado que,seguimos siendo personas que viven en común y modifican su comportamiento y forma de pensar por los demás.

Cuando una persona está triste la empatía nos hace percibir ese estado de ánimo y afecta al nuestro propio aunque no existan motivos reales para estar triste por nuestra parte. Lo mismo pasa cuando escuchamos a alguien reír de corazón o estresarse al verse abrumado por las circunstancias y sus obligaciones. Los seres humanos somos esponjas que absorbemos parte de lo que nos da el mundo a nuestro alrededor.

Felicidad

Si una persona es feliz genera una reacción de bienestar en cadena que afecta a sus amigos, a los amigos de sus amigos y a los amigos de los amigos de sus amigos. Este radiante efecto permanece activo durante un año, de acuerdo con científicos de la Universidad de Harvard. Cuando un individuo se declara feliz, las probabilidades de que su vecino se contagie aumentan en un 34%, y un 23% si se trata de un amigo que vive a un kilómetro y medio de distancia.

La Risa

Escuchar una carcajada o una exclamación gozosa, desencadena una respuesta inmediata en la corteza cerebral premotora que prepara a los músculos de la cara para dibujar una sonrisa y después, probablemente, para lanzar una risotada. Para que se produzca este contagio, la risa escuchada debe ser auténtica, pues si es forzada deja a las neuronas indiferentes. Y cuando el oído no es capaz de distinguir entre una real y otra fingida, la mente tampoco se deja engañar.

Frío

Basta con ver vídeos de una persona temblando para que nuestra temperatura corporal descienda. En cambio, no pasa lo mismo con el calor: contemplar a un congénere sofocado debido a un subidón del termómetro no nos afecta lo más mínimo. La razón es que los humanos somos seres sociales y que imitar a otros crea
un un estado fisiológico que nos ayuda a entender cómo se sienten y cuáles son sus motivaciones.

Emociones de los Tuits

Si eres usuario de Twitter, te interesará saber que en esta red social los sentimientos positivos se contagian más que los negativos. Los investigadores postulan que esta tendencia a la oscilación en la emoción global podría llegar a causar grandes cambios que afectarían a la esfera política y financiera.

Abstinencia de Tabaco

Los cambios de tendencias en las redes sociales llevaron a un número importante de usuarios a abandonar el tabaco sin necesidad de ponerse de acuerdo entre sí. Se observó que a más sociabilidad y menos aislamiento, mayores son las opciones de dejar de fumar. Analizando relaciones concretas, Christakis calculó que, si tu pareja deja el vicio, la probabilidad de que sigas su ejemplo aumenta en un 67%. Si es un amigo o un compañero de trabajo, el porcentaje se reduce al 36% y al 34%, respectivamente.

Estrés

Tener al lado a alguien sometido a un estado permanente de ansiedad puede ser contagioso.Esta infección le sobreviene a una de cada cuatro personas y es fisiológicamente cuantificable, ya que hace que se libere cortisol, la hormona del estrés. Cuando el afectado es la pareja, la posibilidad de contagio se eleva al 40%. El asunto es grave, ya que el estrés es una de las mayores amenazas para la salud en la sociedad actual, pues la exposición permanente al cortisol tiene un impacto negativo sobre el corazón y los vasos sanguíneos, debilita el sistema inmune y produce importantes efectos neurotóxicos a largo plazo.

Soledad

El aislamiento actúa como una enfermedad contagiosa, que se extiende sobre todo en los márgenes de un grupo social. Lo grave es que, antes de que sus relaciones se extingan por completo, los solitarios transmiten su mal fario a los pocos amigos que les quedan, lo que a la larga aumenta sus probabilidades de quedarse solos. Y es que, según Cacioppo, “el tejido social suele deshilacharse en los bordes, como un hilo que se suelta al final de un jersey de ganchillo”.

La Caries

Un impetuoso beso puede servir de agente contagioso de esta afección bucal. Y es que los dientes se pican por culpa de bacterias como el Streptococcus mutans y el Aggregatibacter actinomycetemcomitans, que invaden la boca y se atiborran de los restos de la comida, con especial voracidad cuando la dentadura está llena de azúcar.

Los microbios pueden transmitirse fácilmente de madre a hijo por comprobar con la cuchara que la papilla no esté demasiado caliente, por ejemplo.