La relación arquitectura, cultura e ideología

Ciudad de México a 21 de Noviembre del 2018 (redacción).- La arquitectura es un hecho cultural que refleja en todo momento las condiciones y circunstancias bajo las cuales ha sido concebida y construida; de allí que los edificios son, en forma individual o de conjunto, emisores estáticos que transmiten el particular mensaje de las ideas con que fueron proyectados. Transmiten a su vez un sinnúmero de datos que, en relación con el ambiente cultural en el que están insertos, nos hablan de los valores que una determinada sociedad aceptó o acepta y promueve, y al mismo tiempo, congelan ese tiempo de su nacimiento perteneciendo al pasado desde el momento en que comienzan a ser construidos.

En lo que aún permanece de algunos espacios urbanos de la antigüedad, reconocemos los recintos que alguna vez estuvieron amurallados para la defensa, espacios destinados al comercio o al culto religioso, mercados y bibliotecas, templos o baños públicos separados por escasa distancia y también la infraestructura de cañerías para proveer agua y desagües, así como chimeneas para la calefacción o los hogares para la cocción de alimentos. Podemos reconocer el entorno cultivable y las fuentes de aprovisionamiento de agua, alimentos o materiales. Todo un mundo para ser interpretado y comprendido, que muestra una manera, un estilo en el que podemos reconocer y diferenciar lo fenicio o lo helenístico, lo romano o lo carolingio de la antigua Europa o Medio Oriente, así también como lo maya o lo inca en el continente americano.

En ciertos momentos históricos o en sociedades de cambio lento y paulatino, las sucesivas experiencias que se han ido sedimentando establecen la continuidad sobre la que se perfeccionan determinadas respuestas frente a un sitio, un paisaje o un clima, todo ello  bajo una determinada escala de valores. Tal es el caso de las valiosas experiencias de algunas arquitecturas espontáneas, que mucho nos enseñan sobre la relación armónica entre entorno construido y ambiente natural.

Pero en etapas de veloz evolución, como el caso de la cultura Occidental en los últimos tres siglos, no queda tiempo para la sedimentación y son rápidamente reemplazadas determinadas ideas y experiencias por otras. Las nuevas búsquedas quedan en muchas oportunidades a medio verificar y los objetivos a alcanzar suelen ser difusos cuando no contradictorios con la realidad.