Ciudad de México, 30 de octubre de 2020.
El inicio de la relación entre perros y humanos sigue siendo un misterio, aunque un nuevo estudio señala que la domesticación se había completado hace, al menos, 11 mil años, justo después de la Edad de Hielo, cuando ya existían cinco tipos de canes con distintas ascendencias genéticas.
Una investigación que publica hoy Science rastrea a través del estudio genético de muestras de 27 perros, algunos de los cuales vivieron hace 11 mil años en Europa, Oriente Próximo y Siberia, la diversidad canina y cómo estos acompañaron al ser humano en su expansión.
Entre las muestras analizadas hay un animal que vivió hace 6 mil 200 años en la cueva de Marizulo (Guipúzcoa, España), donde fue encontrado en un enterramiento del neolítico junto a un joven y un cordero, explica a Efe el prehistoriador de la Universidad española del País Vasco, Aritza Villaluenga.
El estudio analiza el origen de la domesticación del perro, un tema que “ha tenido un gran debate”, pero esta es la primera vez -destaca- que se considera a escala global, incluyendo animales hallados en contextos arqueológicos en Asia, África, América y Europa.
El equipo, dirigido por científicos del Instituto Francis Crick de la Universidad de Oxford, junto a expertos de más de 10 países, demostró que la diversidad observada hoy entre perros en diferentes partes del mundo se originó cuando los humanos aún eran cazadores-recolectores.
Algunas variaciones que se ven entre los perros que caminan por la calle hoy en día “se originaron en la Edad de Hielo. Al final de ese periodo los perros ya estaban muy extendidos por todo el hemisferio norte”, según el autor principal de estudio, Pontus Skoglund.
Alguna teorías apuntan a que el inicio de la domesticación puede remontarse incluso a 25 mil años, aunque este estudio aporta pruebas de ADN y de datación con carbono 14 de hace 11 mil, con muestras de perros procedentes de Rusia, cuando el proceso de domesticación ya había terminado, indica Villaluenga.
Se trata de perros del Paleolítico, cuando los humanos eran cazadores y recolectores, animales que dejaron paso, hace unos 7 mil años, a los canes del Neolítico, asociados a los primeros agricultores y que se expandieron por toda Europa.
El perro de la cueva de Marisulo pertenece a esta época y es prueba de que “en el Neolítico la expansión de esta gente que practicaba la agricultura y ganadería se produjo de una manera relativamente rápida. En unos centenares de años -dice-, pasaron desde Oriente Próximo hasta la otra punta de Europa y trajeron a sus propios perros”.
Posteriormente, hace 4 mil años, aparecen restos en Alemania de un tercer tipo -precisa el investigador-, que se cree que procede de las estepas europeas y llega con los pueblos de las edades de Cobre y Bronce, el cual se expande por todo el continente y del que proceden todos los perros que hay hoy en Europa.
El estudio además señala que hace 11 mil años lobos y perros estaban genéticamente diferenciados y que, tras la domesticación, no hay genes de los primeros que pasan a los segundos, precisa Villaluenga, aunque sí al revés, por casos de canes que se asilvestraron y pasaron parte de su carga genética a las poblaciones salvajes de lobos.
Los investigadores también compararon la evolución en la historia del perro con los cambios en la evolución humana, los estilos de vida y las migraciones. En muchos casos, se produjeron cambios comparables, ya que los humanos llevaron a sus perros con ellos mientras migraban por todo el mundo.
Pero también hay casos en los que la historia de humanos y perros no se relaciona entre sí. Por ejemplo, la pérdida de diversidad que existía en los perros en la Europa temprana fue causada por la propagación de un solo ancestro que reemplazó a otras poblaciones.
Ese “evento no se refleja en las poblaciones humanas y queda por determinar qué causó ese cambio en la ascendencia de los perros europeos”, indica un comunicado de la Universidad del País Vasco.
En cualquier caso, agrega Villaluenga, el estudio prueba que los perros “siempre han llegado junto a los humanos a los distintos lugares”.
El perro, destaca Greger Larson de la Universidad de Oxford, es “nuestro compañero animal más antiguo y cercano. El uso de ADN de perros antiguos nos muestra cuán atrás se remonta nuestra historia compartida y, en última instancia, nos ayudará a comprender cuándo y dónde comenzó esa relación profunda”.